Reflexiones sobre el sistema educativo y el deporte
escolar
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¿Dónde está la valoración de la excelencia en las
aulas? ¿Dónde está la aceptación indiscutible de la autoridad del maestro sobre
los alumnos? ¿Dónde está la jerarquización? No parece que nuestro sistema
educativo goce de buena reputación en la sociedad.
Ocupamos los últimos lugares y los primeros en
fracaso escolar. ¿Qué pasa? ¿Qué es lo que hacemos mal? No vamos a dudar de la
profesionalidad de la gente del mundo de la educación. Lo que sí vamos a dudar
es de algunas actitudes puestas en circulación en el ámbito escolar.
Por la proximidad de mi casa a un centro escolar,
escucho con frecuencia las conversaciones entre alumnos a la entrada o salida
de la escuela, que ponen de manifiesto donde están los centros de interés
(futbol, farándula, tv..). No he oído a nadie hablar de la Regla de 3 (por
decir algo). Otro ámbito de conversación recurrente es el de las marcas de
ropa, de las modas.
Todo esto genera un ámbito de dispersión de
atenciones, que desvía la atención fundamental, la cual debe estar en lo que
estamos estudiando. Pero convendría reflexionar a fondo sobre una incoherencia
que se produce en nuestros centros educativos y en la sociedad general.
Desterramos la excelencia, desterramos la autoridad, desterramos la
jerarquización, desterramos los uniformes, y en cambio estos criterios
implantados en las aulas no se aplican en el deporte escolar. Allí sí que hay uniformes, allí sí que hay
autoridad, allí sí que hay jerarquías. Desde la autoridad del entrenador, que
grita y abronca a los jugadores, a la jerarquización, con el capitán del
equipo, los jugadores indiscutibles por su calidad, o aquellos que han de
calentar banquillo porque no dan la talla. Si el entrenador grita a los
jugadores, aquí nadie protesta. En cambio, pobre maestro si levanta la voz a un
alumno. Esto evidentemente debiera revisarse.
Otro aspecto importante. En el deporte de competición, tenemos una gran ocasión para
educarnos en la convivencia. Convivir
civilizadamente con el adversario.
¿Ganar? claro que sí, eso es la competición. Pero los adversarios son
personas que deben ser respetadas. A primera vista, da la impresión de que no
se aprovecha esta oportunidad educativa. Hacemos
de la competición un enfrentamiento, transformamos al adversario en un
enemigo, al cual se le desean todos los males. En toda competición, uno gana y
otro pierde. Alegría y elogios para el ganador, desolación y tristeza para el
perdedor. Eso evidentemente no educa a la buena convivencia. Uno se pregunta si no sería más humano, más
razonable, que los encuentros deportivos tuvieran un carácter festivo y,
aunque se trabajara por la victoria, eso sería secundario, lo primordial debería ser el
juego limpio, y el respeto recíproco. Les parecerá que esto no tiene
nada que ver con la realidad, ya que la violencia suele hacer acto de presencia
en el deporte. Es cierto. Pero debemos aprovechar la oportunidad que el deporte
nos ofrece para hacer con nuestros jóvenes una pedagogía que humanice las
competencias, que sean verdaderos encuentros entre deportistas que compiten y
se respetan. Antoni
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